Encontramos estos pequeños cuadros de plástico de colores en muchas playas. Siempre que damos con objetos repetitivos y desconocidos, nos invade la curiosidad: ¿Qué son? ¿Cómo llegan hasta allí?
Ana Pêgo, en su libro Plasticus Marítimus, da la siguiente definición de beachcomber: «Es una persona que recoge basura en las playas, pero no solo eso. Se convierte en una especie de coleccionista que también se interesa por el origen y la historia de los objetos que encuentra.”
Nosotros añadiríamos que investigar el origen de estos objetos puede convertirse en una auténtica obsesión. En este caso, Isa, de Retoque Retro, nos contó que estos cuadritos se utilizan en las ventanas de vidrio y que sus diferentes colores sirven para distinguir la parte interior de la exterior.

A partir de entonces, cada vez que pasábamos por un edificio en obras, nos fijábamos en las ventanas para ver si los encontrábamos… pero nunca los vimos.
Tras investigar en internet, confirmamos que son separadores adhesivos utilizados en el transporte de vidrio. Como son muy ligeros y flotan, es probable que lleguen al mar después de caer al suelo en las obras y ser arrastrados por la lluvia.
En Nueva Zelanda, una organización ecologista que también los encontraba en la playa logró que una empresa local los sustituyera por separadores de corcho, una opción biodegradable.
Son solo una pequeña gota de todo el plástico del océano, pero demuestran que con un poco de ganas siempre se pueden encontrar soluciones menos contaminantes. Y también que la variedad de objetos que pueden encontrarse en una simple playa es sorprendente.
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