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Bastoncillos de los oídos. Del váter a las playas

por Patri Reina

Hace ya mucho tiempo que hablamos de los bastoncillos de los oídos por aquí. Pero como no es un problema resuelto, no vamos a dejar de hablar de ellos. Y es que al pasar por la playa de Guincho, en Portugal, nos encontramos muchísimos en el pie de las dunas, así que hicimos nuestro experimento favorito ¿cuántos bastoncillos podremos recoger en 5 minutos?

Aquí está el resultado.

Conclusión: más de la cuenta.

Mucha gente confunde estos bastoncillos con los de chupachups, pero estos son más finos y en los extremos tienen muescas finas (donde se engancha el algodón), mientras que los de los caramelos tienen un sólo hueco en un extremo, son más gruesos y tienen colores más brillantes.

Aunque la Unión Europea los ha prohibido, se permitía vender los que ya estaban en stock o fabricados (nos parece lógico), ahora bien ¿cómo saber cuánto quedaban en stock? A estas alturas, imaginamos que se habrá acabado el stock y que todos los que encontramos, son antiguos.

Pero no seguiremos encontrándolos muchos años. El plástico no es biodegradable pero en las playas dura muy poco con su aspecto original porque los rayos del sol hacen que se vayan fragmentando en trozos tan pequeños que lleguen a confundirse con la arena. Así que cuando dejemos de encontrar bastoncillos de plásticos, es muy probable que nuestra toalla esté extendida sobre un montón de ellos.

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