El plástico es un material maravilloso. Si, has leído bien ¡maravilloso! El mundo moderno no sería realmente moderno sin su presencia. Su valor en campos como en la medicina, el transporte o la tecnología son incuestionables.
Además, es un material de lo más versátil, ¿te has dado cuenta de la cantidad de objetos diferentes que se pueden fabricar con él? No encontrarás otro material más democrático. Gracias a él artículos que antes sólo eran asequibles a la población más acomodada, ahora están al alcance de todos.
Pero en lugar de estar agradecidos por todas las ventajas que no ha traído, nos hemos convertido en “adictos” y lo usamos sin darle valor ninguno. Ha llegado un momento en el que decir “es de plástico” es sinónimo de algo barato, de mala calidad, desechable. Y ahí es donde nos estamos confundiendo.
Por eso te queremos contar cuáles son los motivos por lo que nosotros lo evitamos.
El plástico convencional no se biodegrada
Ningún ser vivo (ni microorganismos ni hongos) consumen plástico transformándolo en elementos químicos naturales para reintegrarlos al ciclo natural de carbono que ha sustentado la vida durante millones de años.
El plástico simplemente se descompone en partículas más pequeñas sin cambiar su composición química. Cuando son menores de 5 mm se les suele denominar microplásticos. Pueden llegar a ser imperceptibles al ojo humano, lo que no significa que desaparezcan.
Por eso se dice que todo el plástico que se ha fabricado en la historia todavía sigue con nosotros en algún lugar del planeta. Esta idea idea nos parece abrumadora.
Además, el plástico está dispersado por todo el planeta. Ha llegado a sitios tan remotos como la antártida. Y estudios recientes han encontrado microplásticos en el agua potable, en el agua embotellada, en la sal y hasta en el aire. ¡Y ni que decir tiene en nuestros mares!
Contaminación marina
8 millones de toneladas de plástico acaban cada año en los océanos. Lo que equivaldría a vaciar un camión de la basura lleno de plástico cada minuto en ellos. Como sigamos así para el año 2050 habrá más toneladas de plástico que de peces en los mares. Una gran parte de los objetos que llegan al mar son envases ligeros, por lo que cuesta imaginar el volumen que podría llegar a alcanzar. ¿De verdad que queremos vivir en un planeta así?
Esto está causando mucho daño a todos los animales marinos. Y si comes pescado este plástico puede acabar en tu plato. Numerosos estudios han encontrado plástico en pescados que se encuentran en los mercados.
En el 2017, la misma ONU, consciente del problema de la contaminación, declaró la guerra al plástico. Si, no declaró una batalla, ¡sino una auténtica guerra!
Causa la muerte a muchas especies
Se ha documentado que animales de unas 700 especies se han enredado o han tragado plástico. Cuando los plásticos son grandes, como redes de pesca a la deriva, muchos animales se quedan atrapados en ellas causándoles la muerte o mutilaciones de aletas. Ocho de cada diez animales que se quedan atrapados en plásticos acaban muriendo. Además una vez que el cadáver del animal se descompone, el plástico sigue siendo una trampa mortal a la deriva.
Cada vez son más especies las que están ingiriendo plástico. La base de la alimentación de las tortugas marinas, por ejemplo, son las medusas a las que confunden con bolsas de plástico y se las acaban comiendo. También ballenas, peces y aves confunden los plásticos con comida, lo que les provoca la muerte. Se ha descubierto que hasta el plancton está ingiriendo microplásticos.
Desconocemos las repercusiones que pueden tener
Los plásticos son mezclas de polímeros a los que se les añaden aditivos. Se utilizan para mejorar sus propiedades o para reducir su coste. Hay miles de aditivos en el mercado. En la actualidad se producen 13.2 millones de toneladas de aditivos anualmente. Se desconocen los efectos que puede tener la exposición de éstos a largo plazo y la repercusión en nuestra salud y en los sistemas naturales, como el océano, pero cada vez hay más preocupación al respecto.
Además, como consumidores, no podemos saber los aditivos químicos que se le han añadido a los plásticos. De los 150 millones de toneladas de plástico que se calcula que hay en el océano, aproximadamente 23 millones son aditivos.
Su reciclaje es complicado
Tendemos a pensar que cuando ponemos algo en el contenedor que se va a producir el mismo producto o alguno similar cuando se recicle, pero en el caso del plástico rara vez es así.
La gran mayoría de ocasiones se van a convertir en productos que no tienen nada que ver con el original y que no se van a poder reciclar de nuevo, como telas, lonas, cuerdas, contenedores, paneles, maderas plástica, papeleras… Por lo que nunca se va a crear una economía circular, sólo se alarga un poco la vida del material.
Reciclar el plástico es complicado, hay muchos tipos de plásticos que no son viables reciclarlos desde el punto de vista económico y otros que no hay mercado para ellos. En la actualidad sale más barato y práctico utilizar plástico virgen.
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La biodegrabilidad no es ninguna panacea
Muchas normativas van encaminadas a sustituir el convencional por estos. La propia ONU advierte que incluso pueden crear un problema mayor. Estos plásticos se biodegradan en unas condiciones muy específicas, que sólo se suelen dar en plantas de compostaje industrial, por lo que si acaban en la naturaleza no se van a degradar con facilidad, y menos en el océano.
Además, la gran mayoría se producen a partir de alimentos, como patata o el maíz. Cada año se producen como 300 millones de toneladas de plástico en el mundo. ¿Qué cantidad de terreno haría falta para cultivar los productos que se necesitarían para manufacturar ese plástico? ¿No está ya el mundo lo suficientemente sobreexplotado y deforestado?
No se trata de sustituir un material con otro, se trata de cambiar nuestra forma de consumo.
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Es ridículo utilizar un material casi indestructible para productos desechables
Como dice Susan Freinkel en su libro El plástico, un idilio tóxico, “Tomamos sustancias naturales creadas a lo largo de millones de años, las convertimos en productos diseñados para un uso de unos pocos minutos y después se las devolvemos al planeta en forma de basura concebida para que no desaparezca jamás”. No se puede resumir mejor, esta es nuestra relación actual con el plástico.
Alrededor del 40% del plástico que utilizamos es para producir envases que se podrían evitar con facilidad. Cada día usamos más objetos desechables sin pararnos a pensar lo que hay detrás de esos productos.
Además, al ser tan barato, muchas veces hasta los objetos de larga duración se tratan como si fueran desechables. Total, por lo que cuestan nos compramos otro y punto. Sólo hay que entrar en los típicos bazares para darse cuenta.
Es urgente que todos nos pongamos manos a la obra
Muchos de los problemas medioambientales actuales se deben a la suma de pequeñas acciones individuales. El que yo use una bolsa de plástico puede parecer algo insignificante, pero lo mismo piensan cada segundo 160.000 personas, que son las bolsas que se utilizan a nivel mundial cada segundo.
Reivindicamos nuestro derecho a consumir (lo que queramos y cuando queramos) y el derecho a desentendernos de las consecuencias. No queremos ni la extinción de animales, ni la contaminación, ni los desastres ecológicos y sociales que están ocurriendo en este mundo, pero tampoco estamos dispuesto a hacer nada para evitarlos.
Puede que nosotros no estemos tirando plástico directamente en los océanos, ni esparciéndolo por todo el planeta. Ni nosotros, ni nadie queremos eso. Pero en realidad es nuestro estilo de vida y nuestro ritmo de consumo es lo que lo está provocando.
Todos podemos ser parte del problema o parte de la solución, lo único que debemos de tener claro es de qué parte queremos estar.