Estos pequeños residuos de plástico aparecen con muchísima frecuencia en las playas.
Cuando empezamos a encontrarlos, no teníamos ni idea de qué eran ni de dónde venían. Tardamos mucho tiempo en descubrir la respuesta.
Cuando supimos que eran los precintos de los protectores solares en spray, nos sorprendió mucho.
¿Cómo es posible que se diseñe tan mal un envase destinado a usarse en la playa?

Un producto que va a utilizarse en entornos naturales no puede llevar un precinto pequeño, escurridizo y que, además, se separe del envase con tanta facilidad.
Hemos recogido muchísimos en la arena a lo largo de nuestras campañas de limpieza.
Son incómodos de manejar, se caen fácilmente… y cuando intentas guardarlos en el bolsillo, suelen engancharse en la ropa.
Aunque tengas cuidado, es muy fácil despistarse y que terminen contaminando playas y mares.

Este es un ejemplo claro de que, al diseñar productos, pocas veces se piensa en su impacto ambiental. Ocurre lo mismo que con las puntas de las sombrillas.
Durante años, se han lanzado al mercado productos sin considerar qué hacer con los residuos que generan. Solo cuando se popularizan y el problema se hace visible, se empieza a buscar soluciones. Un caso muy parecido al de las cápsulas de café.
Debería ser al revés. Desde el principio, los productos deberían diseñarse pensando en qué ocurrirá con ellos —y con cada una de sus partes— cuando terminen su vida útil. De esta forma, podrían gestionarse de manera responsable y sostenible.
Hay que diseñar pensando en el final del producto, no en desentenderse una vez vendido.
Además, muchos protectores solares en spray no solo generan residuos plásticos: también son perjudiciales para el medio ambiente debido a los ingredientes que contienen, algo que también debería tenerse en cuenta antes de lanzarlos al mercado.
No se trata solo del envase… también importa lo que hay dentro.