En un breve paseo por la playa de Las Amorosas, en A Coruña, encontramos tres monodosis de champú de los años 60 o 70.
Este tipo de envases debió de ser más popular de lo que pensábamos. En aquella época, el champú no era asequible para todos los bolsillos, por lo que las marcas también comercializaban monodosis para animar a la gente a probarlas, ya que tenían precios más bajos.
Una de las monodosis que encontramos es de champú Geniol, otra de champú Sindo (del cual ya habíamos encontrado alguna con anterioridad) y la tercera no hemos podido identificarla, pues no tiene ningún texto ni ofrece ninguna pista.
Hoy en día, en Europa, las monodosis de champú han desaparecido casi por completo, salvo en los hoteles… aunque les queda poco tiempo. La Unión Europea las prohibirá a partir de 2030, junto con el resto de envases monodosis. Nosotros hubiéramos preferido que fuera antes.
Además, en los hoteles existe una alternativa sencilla: dispensadores reutilizables.
En Asia, sin embargo, estas monodosis siguen siendo muy populares debido a su bajo costo. No solo se utilizan para champú, sino para todo tipo de productos.
Si bien representan una solución económica para muchas personas con bajos ingresos, generan una enorme contaminación. Su diseño multicapa dificulta el reciclaje, agravando el problema y dejando una gran huella ambiental.
En Filipinas, por ejemplo, se utilizan 163 millones de monodosis al día.
Antes, en muchos países asiáticos, estos productos se vendían a granel, una práctica más respetuosa con el medio ambiente. Sin embargo, muchas empresas optaron por comercializarlos en monodosis, a pesar de saber que su diseño dificulta o imposibilita el reciclaje. Esto es aún más grave considerando la falta de infraestructura de reciclaje que hay en muchos de estos países.
Aun sabiendo que no se podrán reciclar, las compañías siguen fabricándolas y poniéndolas en el mercado, mientras culpan a los consumidores por no reciclarlos.
