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Vapeadores, tecnología de usar y tirar

por Fer Gómez

Los vapeadores desechables aparecen cada vez más en las playas. Imaginamos que será por algún despiste, pero en estos casos siempre pienso lo mismo: nunca me he encontrado dinero en la arena, bueno, quizá algún euro suelto. La gente tendría que tener el mismo cuidado con estos objetos que con su dinero.

Desde fuera, un vapeador parece un simple tubo o una carcasa de plástico de colores llamativos, pero por dentro es un mini cóctel de residuos: algodón, líquidos con nicotina, una resistencia eléctrica, metales y una batería de litio. Todo ensamblado en un objeto pensado para usar y tirar.

La duración de un vapeador desechable depende del modelo, pero la media ronda las 600 caladas, equivalente, en caladas, a unos dos paquetes de cigarrillos tradicionales.

Una vez agotado, se debería llevar a un punto limpio o a un sistema específico de recogida.

El problema es que pocos acaban allí. La mayoría terminan en la basura convencional… o, peor aún, en la calle o en la playa. Solo en el Reino Unido se calcula que se desechan incorrectamente unos 5 millones de vapeadores cada semana.

Incluso cuando llegan al contenedor adecuado, reciclar un vapeador no es nada sencillo, ya que están diseñados para no ser desmontados, lo que obliga a separar sus componentes de manera manual, uno por uno. 

Con la batería hay que tratar componentes tóxicos y separar metales como litio, cobalto, níquel, cobre o aluminio

Todo este esfuerzo para recuperar materiales que, en muchos casos, provienen de una minería intensiva, con un fuerte impacto ambiental y social.

Vivimos en la era de lo inmediato: comida rápida, moda rápida… y ahora, tecnología rápida

Cada vez hay más objetos electrónicos de un solo uso, diseñados para durar apenas unos días o semanas, pero con un legado ambiental que puede permanecer durante décadas.

La opción más sensata sería no usar estos productos desechables, pero si alguien decide vapear, al menos debería optar por dispositivos recargables y asegurarse de desecharlos en los lugares adecuados.

La pregunta es: ¿realmente necesitamos otra forma más de tecnología de usar y tirar… a cambio de unas pocas caladas?

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