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Dos años viviendo sin plástico

por Vivir sin plástico
2 años sin plástico

«¿Por qué no vivimos sin generar basura?» Me propuso Patri tras conocer el estilo de vida de Bea Johnson y Lauren Singer. Ante mi negativa respondió: «Por lo menos, podríamos intentar vivir sin plástico» Dos años después cada día nos acercamos más a su primera propuesta.

A mí nunca me ha gustado el plástico. Hace ya tiempo me dio por contar las bolsas de la compra que usé durante un año y fueron dos. Y aunque compraba productos envasados en plástico sin remordimiento, nunca he podido con el sobre envasado.

El paso de los años y ver tanta dejadez por todos los lados hizo que perdiera la esperanza. Mi padre siempre se encargaba de recordármelo: “No se seas ingenuo, no vas a conseguir nada porque lo hagas tú solo”. Así que poco a poco me fui adormeciendo y empecé a ver lo habitual como lo lógico y normal.

Acepté la propuesta de Patri con la certeza de que por mi pasado evitando el plástico era un alumno avanzado con posibilidades de matrícula de honor pero… me costó horrores. Cada vez que entraba en una tienda sólo veía objetos prohibidos. Caí en el “pecado” con mucha frecuencia. A Patri, menos experimentada, se le dio muchísimo mejor que a mí. Y he de reconocer que me fastidiaba un poco (jeje, tengo un carácter un poco competitivo contra el que luchar).

Los dos, poco a poco, cada uno a nuestro ritmo, fuimos acostumbrándonos a evitar el plástico hasta que llegó el momento en que se convirtió en rutina.  Hace un año te resumimos todos los cambios que hicimos durante nuestro primer año, y en este aspecto no hay grandes variaciones. Por eso, hoy preferimos contarte algo diferente, los “efectos secundarios” de vivir sin plástico.

Cada uno tenemos unos motivos detrás de nuestras decisiones, lo que desconocemos es dónde esas decisiones nos pueden llevar. Nosotros en un principio queríamos dejar de generar tanta basura no biodegradable y, sobre todo, no contribuir a contaminar los océanos ni a poder causar daño a muchos animales marinos.

Afianzarnos con el desuso del plástico significó tener presentes otros temas medioambientales de los que, si bien éramos conscientes, en el fondo no queríamos ver. Como todo está relacionado, una vez que dimos un paso hacía una dirección no pudimos seguir ignorando las consecuencias de nuestro consumo. Tanto empeño en evitar el  plástico desechable perdía el sentido si, por ejemplo comprábamos en grandes multinacionales o adquiríamos productos que venían del otro lado del planeta. Así que una cosa nos llevó a otra y esta otra a una más allá y… ha sido un no parar.

Reducir el uso del plástico nos llevó a reducir el uso de otros materiales, a hacer algunos de nuestros productos de aseo personal, a salir de los supermercados, a comprar productos más locales en tiendas pequeñas, a preguntarnos antes de comprar nada si en realidad necesitamos, a cuidar mucho más nuestras pertenencias, a no comprar ropa en tiendas fast fashion, a hacer compost con nuestros residuos orgánicos, a dejar de comer productos de origen animal (aunque ya casi lo hacíamos)…

El plástico ha sido el motor de acción que nos ha llevado a realizar un montón de cambios con un objetivo común: causar el menor daño posible a este planeta mientras disfrutamos de él.

Estos dos años han sido muy productivos. Es siempre incómodo romper con la rutina y salir de nuestra zona de confort, pero al mismo tiempo consigue que nuestros sentidos se agudicen, que miremos al mundo con diferentes ojos y que escuchemos a nuestro subconsciente decirnos cosas que llevan años intentando comunicarnos.

Hace unas semanas me sorprendió mi padre, porque por primera vez me dijo:” Si todos hiciéramos como vosotros, otro gallo cantaría”. Si algo hemos aprendido en estos años es que hay muchísima gente a la que le importa, pero que por algún motivo están tan adormecidos como lo estaba yo hace dos años. Y sólo necesitan un pequeño empujoncito para hacer sonar ese «click» y que se pongan manos a la obra.

No podemos quedarnos quietos porque pensamos que a nadie más le importa. Creemos que a una gran mayoría de las personas les importa la situación del planeta, pero se quedan sin hacer nada porque piensan que al resto no les importa. Como dice George Monbiot en este maravillo artículo «el verdadero peligro es la pasividad general. Miles de millones de personas mirando como se destroza el planeta, inmovilizadas por la convicción que a nadie más le importa». Eso es contra lo que tenemos que luchar, no importa por dónde empecemos. Hay tantas cosas por hacer, con plástico o sin plástico… lo que no podemos hacer es perder la esperanza.

 

 

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6 comentarios

Montse 23 febrero, 2018 - 8:17

¡Vuestras palabras son muy inspiradoras! Gracias por compartir vuestro compromiso y vuestro día a día. Después de consolidar la primera etapa… ¡hoy vamos a empezar a hacer la compra a granel! El primer día de nuestra nueva vida. ¡Manos a la obra!

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Vivir sin plástico 27 febrero, 2018 - 20:50

¡Hola Montse!

Qué alegría que os lancéis a por el granel. Ya veréis como quedáis encantados y no vais a echar de menos las bolsitas de plástico nunca más.

¡Un abrazo!

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SEAPHASE UNDERWATER SERVICES 1 abril, 2018 - 21:44

Colaboramos en la limpieza de la superficie del mar en puertos deportivos. Retirando plásticos, colillas, papeles, etc.. SEABIN PROJECT. Papelera marina, para España y Portugal.

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Vivir sin plástico 8 abril, 2018 - 21:16

Genial, ¡buen trabajo! ;)

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Celia 2 agosto, 2018 - 18:54

Descubrí este blog ayer. Ha sido muy inspirador. Me han puesto a pensar desde ya como reducir el plástico en mi vida.Tienen razón, la mayoría de las personas solo necesitamos un empujoncito como este.

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Vivir sin plástico 6 agosto, 2018 - 20:25

¡Hola Celia!

Muchas gracias por el mensaje tan bonito. Estamos súper orgullosos de haberte dado el empujoncito que necesitabas.

Para cualquier cosa, ya sabes dónde estamos.

¡Un abrazo!

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