¿Hay plásticos en tu colada?

Vivimos en la era de los plásticos, nadie lo duda. Buena prueba de ello es que gran mayoría de la ropa que utilizamos está producida con tejidos sintéticos. Seguro que a ti, como a nosotros, cualquier prenda te dura años, por lo que puedes pensar que no hay ningún problema con el uso de esos tejidos. Sin embargo, no son tan inofensivos como parecen. Son plásticos camuflados que, al igual que el resto, no se biodegradan, especialmente si acaban en el océano.

Bueno, podemos pensar que no tiramos la ropa al océano, y que cuando se estropea o nos cansamos de ella la reciclamos o donamos a tiendas de segunda mano, así que debemos tener la conciencia tranquila. Pero lo que desconoce nuestra conciencia es que con sólo con meter tejidos sintéticos en nuestra lavadora ya estamos contribuyendo a aumentar la contaminación plástica de los ríos y mares. Y es que con cada lavado se desprenden multitud de fibras con un tamaño lo suficientemente reducido como para que se escapen de los sistemas de filtración de aguas residuales, acabando así en los ríos y el océano.

Aunque parezca increíble, las microfibras son la basura plástica más abundante del planeta. Has oído bien, ni las bolsas, ni las botellas, las microfibras son las ganadoras, hablando por número, claro, no por peso.

Se estima que hasta un 40% se pueden escapar de los sistemas de filtración y, ¿qué ocurre cuando llegan a los ríos y océanos? Los animales las confunden con comida, o incluso, al ser tan diminutas, pueden penetrar a través de sus branquias. Además, al proceso de fabricación de la ropa, en el que se utilizan muchísimos productos químicos, hay que añadir la facilidad que tienen estas fibras para absorber todos los tóxicos persistentes del agua, lo que las hace todavía más dañinas pudiendo llegar a causar alteraciones en el sistema endocrino afectando entre otras cosas a la fertilidad.

Lo peor es que estas microfibras se han encontrado en infinidad de animales acuáticos, desde el zooplancton a ballenas. Afectan especialmente a los moluscos de concha, como los mejillones, las ostras o las almejas porque se alimentan por filtración, pero están esparcidas por todos los rincones del planeta, hasta en los mares de la Antártida. Son una plaga.

Y, como siempre, si comes pescado, pueden acabar en tu plato. En un estudio encontraron que entre el 25% y el 30% de las muestras de pescado y marisco analizadas en mercados contenían restos de plásticos y fibras sintéticas. Pero en el caso de que no lo comas, también te pueden afectar porque se han encontrado restos en sal de mesa o en miel.

Durante mucho tiempo han pasado desapercibidas pero desde hace unos años hay científicos preocupándose por ellas. En el año 2011 en un número de la revista Environmental Science & Technology, indicaban que en un sólo lavado, una prenda de poliéster podría soltar más de 1900 microfibras. Todas las prendas que analizaron desprendieron más de 100 microfibras por litro de agua residual.

El verano pasado una marca de ropa de montaña, Patagonia, publicó un informe en el que se indica que al lavar un forro polar como media se sueltan 1,7 gramos de microfibras. Utilizaron 4 chaquetas diferentes y comprobaron que soltaban entre 160 a 2,700 mg por lavado, lo que supondría de 8.500 a 250.000 microfibras. Las chaquetas más viejas soltaban más y curiosamente las lavadoras de carga superior también producían más que las de carga lateral.

En la Historia de las Cosas están trabajando en un video sobre las microfibras (que esperamos con ansiedad, ya está publicado y lo puedes ver aquí) y señalan que del total de tejidos que hay en la tierra el 52% están producidos con fibras sintéticas, y se estima que hay 1,4 millones de trillones de microfibras en los océanos. No se a ti, pero a nosotros tanto cero se nos escapa de las manos.

Bueno, ¿y cuáles son las soluciones? Dependen de la acción conjunta de todas las partes implicadas, desde nosotros, los ciudadanos de a pie, a los fabricantes de lavadoras, productores de ropa y los organismos que se encargan de las aguas residuales. Es complicado poner a todos de acuerdo. Se habla de poner filtros a la las lavadoras, pero ¿qué ocurre con todas las que ya están en el mercado? También se habla de mejorar los sistemas de filtración de aguas residuales, pero no es tan sencillo porque estos sistemas se atascan constantemente. Y con el ritmo que aumenta de la población mundial va a ser difícil reducir el uso de tejidos sintéticos. Entonces, ¿qué podemos hacer? A nosotros, pensando en nuestro día a día se nos ocurrieron tres soluciones muy básicas:

• Evitar en lo posible la prendas sintéticas. Sabemos que no es sencillo pero no cuesta nada mirar las etiquetas de la ropa y, si existe la posibilidad, elegir tejidos naturales en vez de los sintéticos.

• Lavar menos. Podríamos lavar mucho menos. A veces nos ponemos una camiseta unas horas y la echamos a lavar, no vaya a ser que la próxima vez que nos la pongamos huela mal. Incluso si tenemos dudas sobre si algo está sucio o no, lo echamos a lavar por si acaso. ¿Tiene algún sentido esto? No sólo por las microfibras, sino por el  todo el agua y energía que gastamos en cada lavado. Pensamos que podemos reducir nuestros lavados a la mitad y seguir estando igual de limpios, así que vamos a intentarlo.

• Comprar ropa de calidad que dure más tiempo. Menos ropa significa menos microfibras.

Tras investigar un poco nos hemos encontrado con algunas recomendaciones más:

• Llenar la lavadora ayuda a reducir la fricción entre prendas y hace que se desprendan menos fibras. Además, gastas menos energía y agua, por lo que es ventajoso por todos los lados.

• En este caso, es mejor el detergente líquido en vez de en polvo, parece ser que también libera menos fibras.

• Lavar a bajas temperaturas también reduce el número de fibras que se liberan.

• Evitar los lavados muy largos, a mayor tiempo mayor es el número de fibras que se desprenden.

• Si utilizas la secadora, hazlo con bajas revoluciones.

Es un tema complicado que, si no nos equivocamos, va a empezar a estar muy presente en los medios de comunicación. Son necesarias muchas más investigaciones pero, mientras tanto, todos deberíamos ser conscientes de un problema tan serio. Vivir en era de los plásticos tiene ventajas pero muchísimos inconvenientes. El plástico está tan presente en nuestras vidas que por mucho que queramos desprendernos de él no podemos. Aún así debemos hacer todo los posible para no dispersarlo más por todo el planeta.