Desde que empezamos a vivir sin plástico hemos ido haciendo cambios pequeños y constantes para reducir nuestro impacto ambiental. Hay muchas personas que opinan que con nuestros cambios personales no logramos nada, que lo único que conseguimos es sentirnos mejor con nosotros mismos. También hay quien piensa que sólo valen para desviar la atención y poner sobre las espaldas del ciudadano de a pie las responsabilidades que deberían cargar la industria e instituciones. Además, ser conscientes de que lo que hacemos como individuos afecta en el planeta, puede llevarnos a la ecoansiedad, a enfocarnos demasiado en nuestros actos y a perder la visión global.
Somos completamente conscientes de ello pero, ¿realmente somos tan insignificantes como para no hacer nada? No lo creemos. Somos parte de este planeta y es imposible pensar que sólo afectan a nuestro entorno las decisiones que unos cuantos tomen en sus despachos.
El Primer Ministro australiano, Scott Morison, en plena ola de incendios brutales en su país, declaraba hace unas semanas que sugerir que las acciones individuales de los australianos (responsable solo del 1,3% de las emisiones del mundo) están afectando a incendios ya sea allí o en otra parte del mundo, no es creíble ni tiene evidencia científica. ¿Ser responsable del 1,3% de las emisiones es poco? ¿Hasta cuánto es poco? ¿Dónde está el límite en el que empezamos a sentirnos parte del mundo?
Ha llegado un momento en el que todos, empresas, gobiernos y ciudadanos, debemos estar dispuestos a hacer lo que esté en nuestras manos. No podemos ampararnos en la excusa de ser demasiado pequeños.
No somos tan inocentes como para pensar que cambiando nuestros hábitos vamos a solucionar los problemas medioambientales mundiales. Tenemos muy presente que hay que poner medidas radicales para bajar drásticamente las emisiones que suavicen el cambio climático y que debemos exigirlas. Pero también es cierto que con nuestras acciones diarias a menudo apoyamos a las empresas muy contaminantes, o exigimos a otros que hagan lo que no estamos dispuestos a hacer nosotros a nivel individual, y eso no tiene ningún sentido.
En el podcast Orgullo Terrícola, (de nuestras compañeras del colectivo Hola Eco que os recomendamos fervientemente desde ya) una de ellas comentaba que “no podemos esperar a que se nos prohíba hacer cosas a las que voluntariamente no estamos dispuestos a renunciar”. Y no podemos estar más de acuerdo. Por eso este año 2020 nos hemos puesto un nuevo objetivo. Vamos a seguir luchando (evidentemente) contra el plástico desechable, reclamando y pidiendo cambios a los de arriba pero al mismo tiempo vamos a intentar a nivel individual tener emisiones de carbono neutras. Vamos a hacer lo que esté en nuestras manos para tener la menor huella ambiental posible y compensar de alguna manera las emisiones que no podamos evitar.
Esto va a significar realizar cambios en muchos aspectos de nuestra vida, en la alimentación, la forma en la que nos movemos, nos vestimos, pasamos nuestro tiempo libre, etc. Pero tampoco significa que nos vayamos a vivir a una cueva y que nos vayamos a alimentar de bayas. Simplemente queremos comprobar si es posible llevar una vida “normal” y sostenible en pleno siglo XXI en una gran ciudad.
Aunque a veces acabemos desesperados viendo las noticias con la sensación de que ya nada tiene solución, creemos que eso es precisamente contra lo que tenemos que luchar. Si pensamos que todo está perdido no vamos a hacer nada, la desesperanza lleva a la inactividad. Y precisamente lo que más necesitamos en este momento es acción.
Cada mes investigaremos y avanzaremos en un tema concreto que continuaremos a lo largo del año. Enero va a ser comer local y de temporada. Es algo que llevamos haciendo desde hace tiempo pero nunca de forma exclusiva. Te lo contaremos los resultados a final de mes. ¿Te unes al reto con nosotros?
6 comentarios
Estoy de acuerdo en que tenemos mucho que hacer y presionar con nuestras acciones como individuo, xq tendemos a pensar que si desde arriba no hacen nada, que vamos a hacer nosotros solos, que nuestro esfuerzo no vale de nada si el resto sigue como si nada…así que leeros anima a seguir aportando nuestro granito de arena, así que gracias x compartir vuestras experiencias, ideas etc
Muchas gracias por tus palabras, Cris. Está claro que no es una cuestión de elegir lo personal o lo político, se pueden (y deben) compaginar ambas acciones simultáneamente.
Nos alegra mucho animarte a seguir adelante.
¡Un abrazo!
Necesitaba un cambio de vida, adoptar costumbres sanas que me alargasen la vida en lugar de ir contra mi mismo. Me di cuenta de que lo que es bueno para el planeta es bueno para mi. Dejé de fumar, una colilla tarda más de 10 años en desaparecer y puede contaminar 50 litros de agua, además viene en un paquete con plástico. Me propuse aprovechar para, en lugar de engordar en el proceso, hacer lo contrario y adelgazar, dejé toda comida procesada, azúcares y productos con aceite de palma por el que se arrasan nuestras selvas. Al dejar de fumar e ir perdiendo peso me veía con ganas de dejar de usar el ascensor y ahorrarle esa luz al planeta, darle movimiento a mis piernas y me fui motivando a hacer deporte. Me encanta bucear y viajar a sitios hermosos para vivir la naturaleza submarina y pensar que lo que yo disfruto en el 2050 desaparecerá de no cambiar ya, me hizo pensar en una vida lo más limpia de plásticos innecesarios. Comprar sin plásticos me resultaba mucho mas fácil si hacía al tiempo una alimentación sostenible basada en plantas y me empezó a despertar una conciencia que siempre había estado, intentar no generar sufrimiento al ecosistema y a los seres vivos. Para un kilo de ternera se necesitan 3000 litros de agua, y eso sin contar las selvas que destruimos para plantar la soja con la que alimentamos a cientos de millones de animales en lugar de comerla directamente. Ahora no como nada de origen animal y mi cuerpo y el suelo que pis,o por ahora, me lo agradece con una salud mejor que la que notaba hace años. Pensar en global ayuda a mejorar en lo personal.
¡Hola Dani!
Qué mensaje más bonito. Estamos completamente de acuerdo en que lo que es bueno para el planeta, lo es para nosotros ya que formamos parte de su ecosistema aunque muchas veces se nos olvide y creamos que estamos por encima de él.
¡Un abrazo!
Hay cosas que no se como solucionar. He reducido mi gasto de plástico muchísimo en los últimos años, pero sigo gastando demasiado.
No compro yogures individuales, compro cubos de 1Kg, pero sigo tirando dos o tres de estos cubos a la semana, solo se me ocurre hacer mi propio yogur, pero igualmente la leche fresca de vacas de pasto que encuentro viene o en plástico o en brick. Gasto entre 4 y 5 garrafas de 8l (las más grandes) de agua a la semana, la alternativa entiendo que pasaría por instalar un filtro, pero el piso es de alquiler y no voy a hacer (ni puedo) esa inversión, agua del grifo no voy a beber porque tengo que limpiar los filtros de toda la casa una vez en semana de la de porquería que trae el agua (Asturias). Compro todo lo que puedo a granel, pero productos como las setas no consigo encontrarlos fuera de una bandeja de plástico envuelta en film transparente (no consigo encontrarlos donde vivo).
Y así muchas cosas. Como individuos hay acciones que veo fuera de nuestro alcance, hago lo que puedo, doy ejemplo y pido a las compañías que cambien, pero solo soy una persona (pareja).
Hola Alfonso,
Está claro que hay cosas que están fuera de nuestro alcance. Simplemente podemos hacer lo que está en nuestra mano (que ya es mucho más de lo que la mayoría se imagina)
En cuanto al agua, hay filtros que no necesitan instalación (como éste, habrá más de este estilo, pero es para que lo veas). Lo que nos hemos propuesto es sólo un reto personal, no para quitar a los gobiernos ni empresas su responsabilidad, sino para comprobar cuánto podríamos reducir nuestras emisiones viviendo en una gran ciudad.
¡Mucho ánimo y un abrazo!